Desde el inicio del conflicto en Ucrania en 2022, la economía global ha experimentado un incremento significativo en la inflación. La guerra ha generado una serie de efectos en cadena que han afectado directamente el precio de los productos esenciales, desde los alimentos hasta la energía, impactando a millones de consumidores en todo el mundo. Sin embargo, esta crisis también ha evidenciado un problema estructural: la dependencia energética de Europa y las malas decisiones políticas que han agravado la situación en países como España.
El alza de los costos energéticos y el papel de la dependencia
Uno de los factores más influyentes en el incremento de la inflación ha sido el precio de la energía. Rusia, uno de los principales exportadores de gas y petróleo, ha reducido el suministro hacia Europa debido a las sanciones impuestas por la comunidad internacional. Como consecuencia, los precios del gas y el petróleo se han disparado, elevando los costos de producción y transporte de bienes y servicios.
Este escenario ha puesto en evidencia la excesiva dependencia de Europa del gas ruso, algo que ha sido aprovechado por otros países exportadores de energía. Estados Unidos ha incrementado sus exportaciones de gas natural licuado (GNL) a precios mucho más elevados, mientras que otros países productores han ajustado sus políticas para beneficiarse de la crisis.
El error estratégico de España con Argelia
En este contexto, España ha cometido un grave error estratégico en su relación con Argelia, su principal proveedor de gas hasta hace poco. La decisión del Gobierno español de cambiar su postura sobre el Sáhara Occidental y alinearse con Marruecos provocó una crisis diplomática con Argel, que respondió reduciendo el suministro de gas y encareciendo los contratos. Esto no solo ha aumentado la factura energética de los hogares y empresas españolas, sino que también ha debilitado la posición del país en el mercado energético internacional.
Mientras tanto, otros países europeos han logrado diversificar sus fuentes de energía sin entrar en conflictos diplomáticos innecesarios. Italia, por ejemplo, ha fortalecido sus lazos con Argelia y otros productores africanos para garantizar un suministro estable y a mejor precio.
La presión sobre los consumidores y la economía
El aumento de precios en bienes y servicios esenciales ha reducido el poder adquisitivo de las familias, obligándolas a destinar una mayor parte de sus ingresos a necesidades básicas. Además, los bancos centrales han subido las tasas de interés para intentar controlar la inflación, lo que encarece los créditos y reduce la inversión, afectando el crecimiento económico.