El gasto público se refiere a todas las inversiones y pagos que realiza el Estado para ofrecer bienes y servicios a la sociedad. Esto abarca áreas como la educación, la salud, la infraestructura y la seguridad, y su nivel tiene un impacto directo en la economía de un país.
Cuando el gasto público aumenta, puede impulsar el crecimiento económico al crear empleos y elevar la demanda de bienes y servicios. Sin embargo, si este aumento se financia a través de deuda en lugar de ingresos fiscales, puede resultar en déficits fiscales y un mayor endeudamiento del país.
Un gasto público bien gestionado es crucial para el desarrollo de una nación. Si los recursos se destinan a proyectos productivos, como la infraestructura o la educación, pueden generar un retorno económico a largo plazo. Por otro lado, un gasto público mal administrado, marcado por la corrupción o el despilfarro, puede conducir a crisis económicas y a una pérdida de confianza en el gobierno.
Los economistas tienen diferentes opiniones sobre el papel del gasto público en la economía. Los keynesianos sostienen que, en tiempos de crisis, el gobierno debe aumentar el gasto para reactivar la economía. En cambio, los defensores del libre mercado argumentan que un gasto público excesivo puede obstaculizar el crecimiento al incrementar impuestos y disminuir la eficiencia del sector privado.